Bisfenol A, potenciales peligros para la salud

El Bisfenol A (BPA) no forma parte de la lista de los compuestos más tóxicos, pero se encuentra en numerosos envases alimentarios y existen serias dudas sobre su inocuidad. Por eso, cada vez son más las voces que piden que las autoridades sanitarias se guíen por el principio de precaución, tal y como ha hecho Francia.

El BPA es un monómero plástico que se utiliza para fabricar productos de policarbonato y en la elaboración de las resinas de tipo epoxi que recubren algunas latas de conservas, evitando que el plomo y el estaño de la soldadura interior se disuelvan y entren en contacto con los  alimentos.

Uno de los últimos estudios sobre este elemento revela,  que  la orina de las personas que consumen sopas enlatadas,  con frecuencia contiene una concentración de BPA muy superior a la de quienes toman caldo casero.

En una investigación realizada con un número reducido de voluntarios y publicada  el 2011 en 'The Journal of the American Medical Association', se pone en evidencia  que el BPA de  la cubierta interior de las conservas,  puede migrar al alimento y entrar en contacto con el organismo.

Francia se ha convertido en el país pionero en la lucha contra este controversial compuesto químico. El 12 de octubre de 2011, la Asamblea Nacional Francesa aprobó  la prohibición del BPA en cualquier envase alimentario a partir del 1 de enero de 2014, iniciativa que supone una ampliación de la actual normativa europea.

Desde Junio del año 2011, ningún biberón de la UE puede contener Bisfenol A. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que la población infantil merece una especial protección, pero estima que no existe ninguna evidencia científica de que la presencia de la sustancia en recipientes  de plástico destinados a consumidores adultos suponga un riesgo para la salud.

Los Franceses no están de acuerdo con la EFSA y fundamentan su decisión de ir un paso más allá, en dos informes elaborados por la Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional (Anses). El primero de ellos evalúa los riesgos para la salud. En animales se ha probado que el BPA tiene efectos en la reproducción, las glándulas mamarias, el metabolismo, el cerebro y el comportamiento.

En humanos, las evidencias científicas son más débiles, pero hay estudios que permiten albergar sospechas fundadas de que afecta a la reproducción, al  metabolismo de los azúcares y las grasas y está relacionado con las enfermedades cardiovasculares. Todos los efectos citados se han observado incluso con niveles bajos de exposición, por debajo de los límites establecidos por la UE.

Estos peligros se deben a que se trata de un alterador hormonal, es decir, una sustancia química que interfiere en el funcionamiento de las glándulas endocrinas, que son los órganos responsables de la secreción de hormonas.

En octubre de 2011, la Comisión Europea solicitó a EFSA la revisión de los dos informes de Bisfenol A publicados por ANSES.  La EFSA analizó estos informes, teniendo en cuenta la evaluación de riesgo que habían realizado  previamente y considerando los efectos potenciales del Bisfenol A sobre la salud.

Finalmente el 1 de diciembre de 2011, la  EFSA publicó su opinión sobre este estudio, indicando que los datos que en él aparecen no son suficientes para modificar la opinión publicada en octubre de 2010 sobre la seguridad del uso del BPA.

Un panel de expertos de EFSA reconsiderará este dictamen, después que estén  disponibles en el 2012, los datos de nuevos estudios sobre exposición a bajas  concentraciones de BPA que se están llevando a cabo en Estados Unidos.
Fuentes: elmundo.es  -  aesan.msc.es - safeconsortium.org

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